Lejos la
autocomplacencia
y sus tentaciones románticas,
lejos los epígonos filosofantes,
lejos los tediosos escoliastas,
lejos las tozudas letanías de los poetas
y los escritores de planicies, lejos!
¡Lejos los mausoleos de la vanidad,
lejos las catedrales y sus vírgenes
dolorosas, lejos la sacralización
de los artistas, lejos!
¡Lejos los contempladores intempestivos,
lejos también los ojos del otro,
lejos el pudor de la desnudez total,
lejos el mundo descuartizado, lejos
las palmatorias del horror, lejos!
¡Lejos los niños frente al odio
de los hombres, lejos los rostros
excavados por las lágrimas, lejos!
¡Lejos las palomas que maltratan
a sus iguales menos fuertes
con el hacha de su pico, lejos
las águilas y los halcones, lejos!
¡Lejos las guerras, las ganadas
y las perdidas, pero, sobre todo,
lejos las que aún persisten!
¡Lejos, lejos, lejos la lucha
antibelicista!
¡Lejos la
desolación
de volver
a las casas
desoladas!
¡Lejos los horizontes tapiados!
¡Lejos los muros de hormigón! ¡Lejos
la perpetuidad de tanta ira! ¡Lejos
el doloroso caudal del tiempo
corrosivo que nada lava
¡Lejos!
¡Lejos el hedonismo de la sociedad actual
atada al mundo de las falsedades!
¡Lejos el materialismo implacable
de los más jóvenes! ¡ Lejos los kilómetros
que separan como siglos la necesidad
de la opulencia de la trepidante
modernidad!
¡Lejos la vida
consistente sólo en despertar y sobrevivir!
¡Lejos!
¡Lejos el extranjero
en su país y en el del otro! ¡Lejos
los océanos de hojalata que circundan
las ciudades donde los barcos
que resisten van a la deriva
hasta encallar en la pobreza urbana!
¡Lejos!
¡Lejos la mentira y la pura ceniza!
¡Lejos el rencor! ¡Lejos los resentimientos!
¡Lejos los idealistas cargados
de dudas! ¡Lejos los sermones
ideológicos encubridores de intereses
silenciados! ¡Lejos
el miedo
palpable
sin manos y el temor
que se pliega a sus exigencias! ¡Lejos
la ridiculez de los recelos nocturnos
y las angustias hasta el rencor del alba!
¡Lejos!
Y si aún restan fuerzas, ¡lejos
las fauces de la bestia y su hedor!
¡Lejos el estremecimiento ante
la contemplación de la catástrofe!
¡Lejos la muerte cotidiana,
en diferido o en directo!
¡Lejos!
¡Lejos los fríos bolsillos
en que descansan las manos,
las mismas de siempre
y las de todas las mañanas!
¡Lejos!
¡Hay que talar los espíritus
infantiles que
acechan en el bosque
y en los círculos flamantes de sus tocones
hacer el amor impunemente! ¡Hay
que concebir con urgencia
un hombre
que no sea
máscara,
un hombre
que
domestique
a los
represores,
un hombre
que redima
oralmente a la humanidad sorda,
un hombre
que
fabrique el propio
pan sin necesidad de salir
a
ganárselo,
un hombre
que lleve
tatuado
en los ojos la esencia de nuestro
instinto de hombres libres!
¡Todo lo demás,
lejos!
Salamanca
02.08.2004