Lenta
fatiga de la cal,
piedra lienta y calmosa
edificada.
Recontamos
los años,
gota a gota pregonera
de esa otra piel aturdida,
piedra también,
húmeda.
Por debajo otro movimiento
bífido serpentea la oscuridad.
Aparta ese ojo salteador
y desliza las manos
por esta orografía recóndita,
como si silabearas
la dureza encallecida
de este esqueleto mancillado
por mil guácharos sonámbulos.
El tacto —como el hombre—
es egoísta y tímido
y sólo en las sombras de tu casa
se deja rasgar el llanto
que gota a gota cristaliza
en un cielo erizado
presuroso y aéreo,
piedra también
dura
piedra
lenta.
28/03/1985
Salamanca
[El absurdo libro de la ciudad]