"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
Quebrar la calma de estas páginas
blancas, hacerlas torrente en este otoño
sin frutos, grito en las mañanas
silenciosas aún no despiertas
y después de horas cosidas a mano
y mordeduras, cuando ya no tenga
deseos, cuando ya no tenga pasiones,
cuando ya no tenga instinto,
dormir
entre tus brazos
líquidos y frescos.
Le clavo a esta patria
cuchillos
hasta la frontera del dolor
y ahondo aún más:
soterro bajo su piel verdirroja
todos los calendarios
en que hubiera podido nacer
con alegría un regreso
desconocedor del frío mármol.
No puedo consentirte
ni siquiera la alegría
de la fugacidad inerte.
He de ser cruel y apretar.
Y tal vez un día
me hagas falta
Los árboles son azules
y la noche se llama Carmen
de labios infinitos.
Escucha como mi voz
persigue tu huella
y te prende en los pentagramas
incoloros para que tu rasgo
desgarre el alba y rompa
el ritmo de las pedrerías.
Alacenas y alados
suman el vuelo
de tactos
sumergidos y glaucos.
Aldabas sin nombre
beben en los peldaños
de ramajes y telares
porque Ulises es un billete
sin vuelta y Ramsés
nunca besó el pezón de Keops.
Para ellas he nacido
para pulsar
sus pechos desafinados
y concertar este infante
que me roba los ojos
para desembocar sumiso
en sus deltas de arpegio
como una herida desgarrada
arrogante y estandarte
de otoñales cópulas perennes.
Estas son pupilas
sin horizonte, que sortean
la voz de libre imperfecto.
Estas son aquellas miradas
diafragmas irritados
que merendaban trópicos
—desnudos invernales—
y encendían el borboteo
de tu más allá pensativo.
Después alguien quiso
—tal vez lloviera o simplemente
era el vapor de la duda—
sepultar el iris grave
que un día, risueño a tus pies
arrastró la visión remota
de un "no puede ser" ansiado
que jamás estuvo allí.
Pero este camino es viejo.
Este intempestivo obsceno
de la huella mansa
carece de adjetivos
para, lento, corromper
este ser pupila, mirada, iris otra vez
o visión de místico cristal,
inconfesable párpado