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18 junio, 2022

 Dejadme

                       Quevedo, Dante

y tantos otros

no estar de acuerdo

con vuestras odiseas.

Para nosotros

                                   los voluntarios

de la metálica encina

y el cáñamo celoso,

de la pólvora blanca

y del filo ligero

no existe castigo

en el Hades sereno,

no existe soledad

mayor que la del reloj

olvidado de los plurales.

17 junio, 2022

 Pero

hablemos de mí

como si fuera ese sueño de mañana.

Bástete saber

que estoy despierto,

despierta la voz

y acordado el llanto.

Tengo tu mismo nombre

entre los ramajes

y soy la piedra

que golpea tu alba

cuando la luz es un adiós

de racimos pacientes.

16 junio, 2022

 A las doce le regalaron luna

de cendales y opacos lirios

para que las marionetas

se pintaran los labios

y besaran arterialmente

como besan las ingles del Tajo:

fluido si no les preguntan,

suave si las arrastran.

 

Después no hubo estrellas.

Más tarde amanecían guiñoles

y cuando por fin era el sueño

despertaron aquellos anillos de plata

que escondía bajo la piel.

15 junio, 2022

 Esta mujer

que me ama por mi mismo,

que me es fiel con su cuerpo

y su palabra de viento,

que me pone por delante

de todo y de todos

tiene nombre de distancia

y de plural eterno.

Esta mujer

a la que adoro

y guardo,

                       a la que reservo

mi arcilla toda

y prodigo abecedarios

de amapolas y promesas,

a la que me entrego

y dedico mi piel,

se llama Milagros

vestida de blanco

y arropada de relojes.

Esta mujer

me mantiene despierto

y me rotura los párpados

con el prurito del miedo.

Esta mujer

me despersonaliza.

Esta mujer

me hace imagen suya.

Esta mujer.

                       Esta mujer

es mi futuro

mi sueño caído

mi totalidad

mi otro no ser

mi deseo,

                       mi suicidio.

                                               Esta mujer.

12 junio, 2022

 Por los umbrales de un mar de manos

pregono tus rincones recogidos

y dibujo tus puertas y ventanas

en los cómodos hierros del oro.

 

No hay mejor cárcel que tus brazos abiertos

ni otra morada que tu misma

ni otra vida que tu presencia.

 

Si he de tener tus ojos por condena

y la espera por verdugo

tal vez un día los relojes

me sorprendan sin hierros ni ataduras

y pueda abrazar tu nombre

con un lenguaje de amapolas.