Algún día
escribiré sobre tus manos
una corona de voces
para agradecerte las máscaras
que no supo la muerte.
Otro día podré contarte
cómo soñé en vano
acuchillarte la risa
sin más maldad
que la de los viejos seguros.
Jamás un día lejos
consentiré tus manteles
ni un flexible labio
de escarchadas cenizas.
Esta prisa no te hiere
ni hay días sin atrasos.
10/02/1983
Salamanca