Translate

07 enero, 2022

TRENES QUE NO SABEN SOÑAR


En este lugar no hay hombres. Sólo trocitos de paño de colores que alguna vez significaron algo para un inventor mentiroso y falsario.
De vez en cuando un mercancías de vagones herrumbrosos, con las puertas correderas acerrojadas, desfila sonriente ante los cristales sucios de salpicaduras, esculpidos por una lluvia burlona y terrosa.
Pasa, con un bamboleo provocador, como tarareando unos versos sin rima, compuestos kilómetro a kilómetro con retazos de monte, de árbol solitario o apiñado en el abigarramiento de los bosques frondosos; con las llanuras de los castellanos en sus boogies o los escarpados riscos donde se pierden las miradas de los románticos suicidas, con casas negruzcas de antes del diésel, esas fachadas tristonas que parecen un lienzo eternamente castigado por los días plomizos, oscuros, lluviosos de algún invierno imperecedero.
A veces, más que tren, semeja un collage de impresiones coloristas, o un pasaporte abarrotado de fronteras y de pelikan azul. Siempre azul. Otra burla. Como el balasto, resignado hasta la lejanía a dejar de ser piedra. Sólo sustento.
Así no hay forma de que haya hombres.
Las ferias no se inventaron para que las mercancías se pavoneen ante las ventanas enrejadas de la industria textil. Pero, ¿a quién iba a interesarle como atracción unos trocitos de paño de colores sino a los vanidosos trenes de mercancías?
Con todo, me queda el consuelo de que esos inventos mecánicos no saben soñar.
¡Aún!

[Los viajes entretenidos] 13/01/1988

06 enero, 2022

LAMENTO ANTE UN CUADRO DE CECILY BROWN

 

¡Cuánto mejor no sería que tus cuatro

esquinas abrieran sus fauces carnalmente

animales y mordieran mi ojo con saña

poniendo en la retina seductores espontáneos

y ominosos fragmentos carnívoros!

¿DE QUÉ TRATAN LOS POEMAS?

Un poema puede

hacer reír.

¿Y llorar?

¿Puede hacer llorar?

Luis García Montero.


04 enero, 2022

¡LOS DEMOSTRATIVOS QUE PERMANECEN... O NO!

 

N

o tengo ni una vasta cultura vivencial, ni una amplia sabiduría libresca. Pero, ¿acaso hace falta llenar las páginas de referencias, de lugares (comunes o propios) para desarrollar la –diría casi única- actividad que verdaderamente me gusta?

Evidentemente puedo llegar a echarlas de menos, sobre todo cuando al entreverme por la ambientación o descripción de entornos de algún relato me salgo de la memoria confusa y penetro en los intrincados laberintos de la imaginación. Es entonces cuando necesitaría revolver los anaqueles polvorientos en busca de cimientos para eso que llaman verosimilitud.

Dejando aparte la cuestión de si existe o no dicha verosimilitud, de si –de existir- se halla en estado puro o es pura aleación, ¿realmente es necesario introducir algo de verdad entre las líneas?

Recuerdo que al principio de empezar a escribir me costaba enormemente disfrazar los nombres reales con nombres que, al principio, no dicen nada, pero que luego pasarán a ser los Nombres de personajes hechos de mitades, de infinitas teselas, como aquel monstruo.

Superada esa fase, el collage se hizo más fácil. ¿Qué pensaría mi madre si leyese algunos de los relatos de Arraya? ¿Su mediatización le haría negar rotundamente, mirarme perpleja y decir, talvez, “Esto no es así”?

¿Pero qué importa si para ella no fue así?

Ahora ya es de este modo, o de cualquier otro, porque “Esto” no es estable, como tampoco lo es “aquello”. Así son los demostrativos, inestables.

Y debido a esa condición de inestabilidad he de proponerme no corregir tanto, no utilizar tantos borradores, llamadas, envíos arriba y abajo porque, seguramente, al final, acabaré yo también exclamando “¡Esto no es así!”

De todas formas mi madre lee poco o al menos no a mí.

[Los viajes entretenidosSalamanca, 22/04/1988

03 enero, 2022

ALAMBIQUE DE ENIGMAS

 

Una noche de invierno destilando

discursos al amanecer encontré palabras

madrugadoras como los buenos días;

palabras moderadas, incapaces de herir

o de poseer un libro por completo;

palabras verdes y oscuras como tus ojos,

como las hojas verdes de los

magnolios que tanto adoras;

palabras fieles que responden a la primera llamada

como acuden las palomas a tus manos

y a los almendros;

            palabras

gelatina que se estremecen

cuando las toca tu lengua cándida;

palabras oscuras como las noches

irrecobrables cuando el olvido

derrama sobre ellas su complacencia;

pirotécnicas palabras que arden

sobre los pináculos de la catedral

ofreciendo etéreas palmas a los estorninos

y cigüeñas;

            palabras remolino

que engullen todo cuanto gira

en su círculo;

            palabras que invaden

países y las arenas del desierto;

trágicas, conmovedoras palabras tardías

expulsadas de los banquetes y de los diccionarios;

palabras siempre por venir y palabras

que ya no volverán, raptadas

por el viento y su ignominia.

 

Pero no hallé

la

            PALABRA

perfecta para hablar de ti,

para decirte y hacerte

en un solo poema

carne oral de los Milagros,

amor, patria, casa donde todo

se salva.

 

            Cuando las palabras

se apagan en la noche,

no quiero otra cosa que la alquitara

de tu piel alambicando mi oficio

para, en una breve libación,

sorber el eco arrebatado

de tantos encuentros,

sin palabras.

02 enero, 2022

UN DÍA DESPUÉS, 24 DE FEBRERO

  

E

scucha! Voy a contarte que he visto por las calles hombres uniformados y oído rumores en las aulas. Pero todavía es un secreto que no sé si ha de interesarte. A lo mejor sí, y, como a mí, hasta te da miedo y escapas por alguna frontera con una radio pegada a la oreja. Si eres de esos, te aconsejo que antes borres de las paredes las pintadas de tu último amor, porque también me han contado que a los señores de bigote que anteponen el “se” al imperativo de sentarse no les gustan los que publican impunemente, con nocturnidad y alevosía, sus inclinaciones platónicas.

[Los viajes entretenidos] Badajoz, 24/02/1988