Regresa de la lluvia
con
los ojos cerrados
para
que de un blanco
y
rastrero silencio
pueda
hacerte una rosa
de
dos colores. Para
que
la nada de mi voz
suene
en tus umbrales
como
el beso de una mano
viajera
y húmeda
acostumbrada
a las espirales
de
un recuerdo tibio
y
sol desértico de pronombres
o
absoluto ceniza.
Si
aún estoy en el andén
abre
los estigmas del aire
y
grita vencejos y alondras
que
la emigración es otra
guitarra
polvorienta
y
no existen los recuerdos