He habitado tantos cuerpos,
muerto y nacido al metal
en la frecuencia de la noche
que por fuerza uno había de tener
esa piel de despedida.
Socorrer la distancia
imperceptible y afincado en la raíz
no es más que una necesidad;
hacerme pequeño en esta carne
para después alzar el vuelo
herido de un imposible
se va haciendo costumbre;
y tener los ojos desnudos
de máscaras y silencios
para ser el único regalo
es mi obligación y mi suicidio.
30/11/1982
Salamanca