Mañana bate a mi puerta
con
los nudillos revestidos de sal.
Te
esperaré frente al fuego, saliendo
de
la penumbra para saludarte
con
los ojos agrios, gritando
tu
nombre triplicado en la noche.
Grávido
de sueño o desnudo de ti
pactemos
en un silencio tu estancia
y
olvidemos la dolorida huella
que
una tarde rompió la palabra
e
invitó negros aguaceros
a
la danza del placer.
Desde
las llamas hoy levanto
el
recuerdo hacia ti, hacia tus ingles granadas
y
aún me perteneces, mujer,
entre
el fuego y el agua.
22/11/1982
Salamanca
[Abecedario incompleto]
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