LUCES Y SOMBRAS DE
LA GRAMÁTICA
Tu mano portadora de
la antorcha
quemando en la tarde
el horizonte
de la dehesa como un
ángel
sanguinario.
Tu mano displicente
arrastrando
el telón de niebla
que
vela almenas y torreones
y
humedece este final de otoño.
Tu
mano cansada en el gesto
infinito
de despedir rumbos
inciertos
y estelas que nunca
perseguirán
los abarrotados trasatlánticos.
Tu
mano se posa sobre mi frente
y
unge como si fuera la primera vez
con
un verso pingüe mi eterna
comunión
con la naturaleza.
Tu
mano vengadora asaltando el mediodía
y
esparciendo su luminosidad por todas
las
cavernas.
Tu mano y cada uno
de sus dedos
volviendo
a organizar un batallón
de
cuervos luminosos en una geometría
imposible
sobre las encinas.
Tu
mano
toma mi mano para escribir
un verso y otro verso siempre hacia delante
hasta completar un poema necesitado
de tardes incendiadas, de castillos
desdibujados y nunca doblegados
mediodías lacerantes capaces
de penetrar cualquier abismo, cualquier
conocimiento.
Nuestras
manos necesitan
vivir juntas, sin gramática ni promesas, sin
contrato, apenas sudorosas y polvorientas,
sólo luz y sombra estrujando
entre los diez dedos el lenguaje
y todas sus perturbaciones.
Así
tus manos
Y mis manos podrían encantar a cualquier viajero
atado a un mástil lírico, desnudo,
sólo oídos para que la muerte
no descienda tan deprisa.
Salamanca
17/11/2015