(A Milagros G.P.)
A los cuartos, mediana,
a las medias, entera,
y a las enteras, sagrada.
Eres como una hora
de pretéritos minutos
silenciosamente intangible,
ayer de mimosas
antes
mucho
antes
de que el sueño de la piel
te dé los buenos días.
Después te sueño
como un desnudo abrazo
sobre lejanas riberas,
viviendo veloz la sombra
de los oblicuos chopos
e invocando campanas
en el tedio de unos niños
vestidos de domingo,
aguadores
eternos ya sin nombre.
Te retrato insistente
con un pétalo sin raza
abandonado en tus manos.
Cómodo guía de mi huella
me hurtas un pasado reciente
mientras te propongo imperfectos
vestidos de tiovivo
y mañanas de noche infinita.
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