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30 abril, 2022

 Ven,

agítame en la despedida

como a un extranjero de la luz

mientras me hago pequeño

y haya risas que perdonar.

Mañana

                       los buenos días

pueden ser un escanciador

de afásicos licores

para el que los muelles

serán tan sólo anónimos

perennes sin remite.

 

Paso a paso me desdibujo

y pierdo los motivos

como una piedra fecunda.

Escalón tras umbral

visito las barandas

de la confesión para rayar

en vencejos y alondras

acuchillados en la corteza

desnuda de otra piel sin patria.

 

Y desde allí te saludo

sorprendido en la distancia

por una niña obsesiva

siendo un grito inexistente

abocado a perseguir simetrías

prohibidas al tacto.

29 abril, 2022

LOS EXTRANJEROS II

 Esta es mi voluntad más sencilla:

 

hacer convivir los tiempos y los alfabetos

en este desconcertado presente;

 

mestizar las lágrimas donde

la tiranía del horror

pugna con la ternura y el afecto;

 

hibridizar los pulgares entintados

y los índices delatores

con las palmas blancamente abiertas

en un pellizco de serena devoción;

 

cruzar los mares y las montañas

para fatigar la intolerancia de un brazo

que quiere ser puño superlativo;

 

combinar una existencia repleta

de secretos y fingimientos con

la inocencia natural de

un mundo detenido en el abandono...

 

Hasta que una tarde, a merced

del último y cercenado quejido,

no me importe devolver a la tierra

la argamasa de que nos servimos.

28 abril, 2022

RESURRECCIÓN (APENADA)

 Ven,

vamos a sembrar caracolas

mientras aún te besan

en la boca los barítonos del aire,

que este infinitivo conduce lejos

y Rotterdam será siempre

un guiñol de maletas.

 

Después volveremos a jugar

al sorpresivo escarabajo

hasta sentir que continúas

llamándote Miguel.

 

Basta saber que nunca hallarás

aquellas manos asembrinas

que un día repentino

nos robaron el tacto

para perseguir hombres

de piel luminosa

en los abecedarios del tiempo.

 

Y no sientas frío si te susurro

que te desconozco y no sé

el umbral de tu arco iris:

 

todas las tardes llueve

en mi patria y nunca

he sentido su beso boreal.

27 abril, 2022

 Quiero dejar

abierto tu cuerpo para

que la noche lo concluya,

sin amor

que imponga su autoridad,

sin deseo

que en su apetito

nos devore, y así continuarte

y continuarme

en el misterio de los suspiros,

como una escena de pecado

y redención en un jardín

sin fuentes.

            Aquí no podremos

lavarnos las manos y sólo

al amanecer consentiré

en lamernos el lado carnal

de nuestros nombres.

26 abril, 2022

 

 (A Milagros G.P.)

A los cuartos, mediana,

a las medias, entera,

y a las enteras, sagrada.

 

Eres como una hora

de pretéritos minutos

silenciosamente intangible,

ayer de mimosas

antes

                        mucho antes

de que el sueño de la piel

te dé los buenos días.

 

Después te sueño

como un desnudo abrazo

sobre lejanas riberas,

viviendo veloz la sombra

de los oblicuos chopos

e invocando campanas

en el tedio de unos niños

vestidos de domingo,

                                               aguadores

eternos ya sin nombre.

 

Te retrato insistente

con un pétalo sin raza

abandonado en tus manos.

 

Cómodo guía de mi huella

me hurtas un pasado reciente

mientras te propongo imperfectos

vestidos de tiovivo

y mañanas de noche infinita.

25 abril, 2022

 De brazos abiertos, ¿qué harás frente al

héroe americano?

            Todas las estrellas

están en su sitio; no hay conjunción

ni truenos poderosos que reclamen

tu filiación humanamente divina.

Quizá no seas

sino una flor del Jardín del Bien

y del Mal, un rastro de noche

en el paladar,

los pies desposados de ABU GHRAIB

finalmente liberados de la servidumbre

de la razón.

            Pero

a veces los milagros se clavan

en la vida cotidiana, gruñen

en la garganta hacen temblar

el aire; las manos

se tornan inteligentes y ávidas procuran

de par en par el abrazo del

centurión enemigo.

24 abril, 2022

 Sugiéreme que esta noche no habrá estrellas

Leda de silencios y temores,

que voy a necesitar tu nombre

para al alba encontrarte en mis buenos días,

que este verso subordinado al tiempo

es rito de tu rubor

y no fruto de otoños y ausencias.

 

Sugiéreme más, sugiéreme imposibles,

piedras y hierro, llantos y nada;

 

pero rompe los exordios del mar

y creemos otros índices labiales,

porque nunca abriremos ese libro

y el pretérito hemos de inventarlo

entre tactos de otra espera

y seremos más allá del aire.