¿Te atreverías hoy
a salir de caza
cuando son mis manos
la pólvora necesaria
para devolverte a tu río?
¿Te atreverías hoy
a desafiar el agua
para recorrer los montes
donde ya no saltan las
liebres
ni la sangre te ladra?
"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
¿Te atreverías hoy
a salir de caza
cuando son mis manos
la pólvora necesaria
para devolverte a tu río?
¿Te atreverías hoy
a desafiar el agua
para recorrer los montes
donde ya no saltan las
liebres
ni la sangre te ladra?
Desnudo en estas otras aguas
he creído tus
colmillos
morderme las lágrimas
y era el viento de la
niñez
que invocaba el
ritual
de las amapolas.
(Para Paco Bringas)
Tal vez una mano de pasión arrebatada
empuñe hoy el hierro afilado de
una palabra
y talando las ramas altas de tu
tamarindo
arroje a las llamas con su leña
todos los jirones del mundo y
sus retratos.
Así con el tronco
desnudo para la próxima
y definitiva marea,
sin otros recuerdos que te
invadan
tejes finalmente guirnaldas para
cuando la barca parta
lanzar al mar engaños, cóleras,
remordimientos, fuegos oscuros,
decepciones, manías conocidas,
amores de otros tiempos y todas
las cosas inútiles y más amadas
que has rescatado del rastro
en las mañanas de los domingos.
No son muchos los hombres
que enfrentan lo real mudado
antes de quemar
El día en que te vi besar
la vana pólvora del
anochecer,
supe
que también los suicidios
envejecen
y la muerte paciente
enciende otro cigarrillo
para dibujar coronas
en el corto plazo
de un beso circular.
Y aquellos
que, exhibiendo la consigna
de que no hay muerte en vano,
pusieron en tu saludo un cuchillo
y mandaron a la guerra tu palabra,
¿qué sienten cuando la noche
no es más que la sombra
que sucedió al valor?