Degradante misericordia la del sueño.
Una noche propensa al
rencor
incendia este mediterráneo
azahar
y no hay niñez
inocente
donde un colmillo
afilado
penetró la carne
danzante.
Tú eres Dios
y yo ¡dios mío,
si la puerta sonara
y tuviera branquias
para beber los
relojes-laberintos
de lo que en realidad
soy.
23/03/1984
Salamanca