Translate

04 enero, 2022

¡LOS DEMOSTRATIVOS QUE PERMANECEN... O NO!

 

N

o tengo ni una vasta cultura vivencial, ni una amplia sabiduría libresca. Pero, ¿acaso hace falta llenar las páginas de referencias, de lugares (comunes o propios) para desarrollar la –diría casi única- actividad que verdaderamente me gusta?

Evidentemente puedo llegar a echarlas de menos, sobre todo cuando al entreverme por la ambientación o descripción de entornos de algún relato me salgo de la memoria confusa y penetro en los intrincados laberintos de la imaginación. Es entonces cuando necesitaría revolver los anaqueles polvorientos en busca de cimientos para eso que llaman verosimilitud.

Dejando aparte la cuestión de si existe o no dicha verosimilitud, de si –de existir- se halla en estado puro o es pura aleación, ¿realmente es necesario introducir algo de verdad entre las líneas?

Recuerdo que al principio de empezar a escribir me costaba enormemente disfrazar los nombres reales con nombres que, al principio, no dicen nada, pero que luego pasarán a ser los Nombres de personajes hechos de mitades, de infinitas teselas, como aquel monstruo.

Superada esa fase, el collage se hizo más fácil. ¿Qué pensaría mi madre si leyese algunos de los relatos de Arraya? ¿Su mediatización le haría negar rotundamente, mirarme perpleja y decir, talvez, “Esto no es así”?

¿Pero qué importa si para ella no fue así?

Ahora ya es de este modo, o de cualquier otro, porque “Esto” no es estable, como tampoco lo es “aquello”. Así son los demostrativos, inestables.

Y debido a esa condición de inestabilidad he de proponerme no corregir tanto, no utilizar tantos borradores, llamadas, envíos arriba y abajo porque, seguramente, al final, acabaré yo también exclamando “¡Esto no es así!”

De todas formas mi madre lee poco o al menos no a mí.

[Los viajes entretenidosSalamanca, 22/04/1988

No hay comentarios:

Publicar un comentario