Le clavo a esta patria
cuchillos
hasta la frontera del dolor
y ahondo aún más:
soterro bajo su piel verdirroja
todos los calendarios
en que hubiera podido nacer
con alegría un regreso
desconocedor del frío mármol.
No puedo consentirte
ni siquiera la alegría
de la fugacidad inerte.
He de ser cruel y apretar.
Y tal vez un día
me
hagas falta
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