11 mayo, 2023
Urge
partir
y regresar
revolcando los días
en los dientes,
en las infinitas lenguas
de tu boca
y nombrar
y aludir
y citar
y señalar los pájaros
violentos que cruzan
las ciudades, los campos,
el azul inútil.
Tú eres la multitud,
la infinidad de las cosas
y la urgencia
que puebla este puente de palmas,
este ir y estar
siempre donde, allí,
aquí, en mi propia piel.
30/05/1989
Badajoz
[El ángel metálico]
10 mayo, 2023
Es un silencio
colgado de la pared,
arañando
deseoso de esa boca
entretenida en besos
y amapolas.
Es un vacío
como una ciudad
atravesada por el
Guadiana,
como la ciudad en que
duermes
y diluvias el azúcar
de la piedra,
el amor de la piedra,
el grito de la
piedra.
Es un poema
como un papel asomado
al escalofrío y yo
trajeado de calles
ajenas,
de caminos y espacios
distantes,
de pueblos, de
ciudades, de pueblos
y silencios colgados
de un verso.
30/05/1989
Badajoz
[El ángel metálico]
09 mayo, 2023
Es cuando,
en general, las cosas todas
giran en anchos espacios, se
pierden,
y lo mismo da que un viento o una
ola
porque estrechados a tientas
no hay elementos que desunan
tu cuerpo y este cuerpo
detenido en ti.
Es cuando esta luna y las de
siempre
descienden rodando por vocablos
gruñidos
y perdidas nuestras fronteras,
confundidas nuestras pieles,
somos un amasijo de hambre y sed,
de carne y hambriento azul,
de sediento cielo y leche
derramada.
Es
cuando, en general,
florece la torpeza de las palabras
y la oscuridad se hace generosa
casi locuaz, casi sueño, casi amor.
29/05/1989
Badajoz
[El ángel metálico]
08 mayo, 2023
Nada, nadie
o la transparencia
del olvido
que no acaba de ser
perfecto.
Nada, amor,
como esta ciudad al
cuello
a la voz
al pelo
a los muslos
a todo
para tu memoria.
Nada como besarme en
ti,
poseerte en mí
o en un ave de
rapiña,
siempre tú,
siempre el mismo
hombre
que te regala
siempre el mismo
regalo.
Nada como no tener a
nadie,
no tenerte
para ser todo
amor.
18/01/1989
Badajoz
07 mayo, 2023
POEMA CON LLUVIA
Llueve gente vestida
de profesiones y de
noviembre
tibio.
Llueven, como una riada
turbulenta, casi
anónima,
los operarios de
Campo Grande,
los búhos y lechuzas
de la Biblioteca,
los pacientes
conductores de rebaños
en sus flamantes
autobuses.
Se diría que Dios
diluvió
en esta hora hombres,
arrojó sobre esta
plaza
todas las tribus,
todas las pasiones,
todos los sueños y el
cansancio de ser Dios.
Llueven farsantes y
curanderos,
solteras ancianas,
un confuso mundo
y la memoria de los
navíos.
Llueve un tren
sumergido que pasa
y diez minutos
en los que las
castañeras
aventan en la boca
un frío a puñados;
y abigarrados boscos
de senos oprimidos
se dejan retratar en
el andén.
A veces pasaría al
otro lado,
salvaría este canal
de secos,
de grasos y pulidos
raíles
y restregaría esta
dejadez
inguinal, esta
mordedura
de ojos impasibles,
de espectador
parapetado en los
murales,
en la multitud de
nucas,
en ese mar de
espaldas
y tálamos llovidos.
¡Ojalá no existiese
la luz violenta
bajo esta ciudad, en
estos túneles,
o no existiese el
tiempo de esta parte
ni los vagones que
despueblan
otras humanas
madrigueras!
¡Ojalá me agarraran
de la voz
y me encarcelaran a este
metro
donde llueve siempre!
5/01/1989
Badajoz