29 junio, 2023
Mientras fuera ruge la voz plural
de la muchedumbre, de
príncipes ebrios, hartos
de naufragar en un
mar de senos rodados
como guijarros y
pedregales,
te propongo un
anochecer diferente:
Mira por la ventana
como si nunca
la ciudad se hubiese
detenido
en la pupila de las
gaviotas
y esparce por todas
partes el misterio
de las cosas
inacabadas;
esculpe en el cristal
que te refleja
la mentira de no ser
para ellos,
la certeza de que no
hay destino,
ningún tapiz es un
enigma resuelto;
y en tu disciplina
incesante, rigurosa,
teje diligente, teje
el tiempo que sigue,
teje como si nunca
hubiera habido relojes,
no dejes de tejer mi
retrato
de amante abandonado
en Ítaca.
7/10/1996
Badajoz
28 junio, 2023
Sobrevivo
sujetando la locura
con una mano, un seno opalino
que guardo, entrevisto, de la
última despedida
y a la deriva en esta negrura atroz
busco
un sol que naufrague violento
sobre el agua y su persistencia,
un cuerpo, una paloma, un olivo,
un Ararat monte donde encallar,
un Jafet promiscuo, otra mujer,
antes que mis versos exhaustos
olviden tu piel de carne apetecible
o como llegar a un oriente
salvador.
Nada es indudable, ni siquiera
lo que recuerdo de épocas más
fervorosas,
la comunión de ser mis ojos
rompiendo la piedra, palpando
las cicatrices que tu pie va
escribiendo
camino del altar, tan cerca
de mi sufrimiento.
¡Cuánta
pretensión!
¡Cuánta maldad la de los hombres,
la tuya, Ángel o Ángela mujer
sobre la tierra!
¡Ya no acudo al trabajo
puntualmente
he vuelto al exilio de la
escritura,
a una muerte incierta
y me abro camino devorando
piedras de continuo sangrar!
¡Consuela, a veces, ver que
continúan
de pie los últimos naranjos
y yo!
2/10/1996 - Badajoz
[El tiempo de la amargura]
27 junio, 2023
Compruebo una vez más que esta explanada
es la misma llanura
vacía de siempre,
que más allá del
puente y del Guadiana
no hay más que puente
y río
y lentamente cierro
la puerta y abro
una infinita lejanía.
¡Ya
no peso, ya no
soy! Cruzo el día
como una nube alada
en pos de la calidez
contenida de la nostalgia;
sueño que atravieso
la ciudad,
que sobrevuelo la
Alcazaba tan callado
como la muerte
desdeñando
esas mujeres hechas
de miel oscura,
de placer oscuro, de
cuerpo oscuro,
de necesidad negra, y
siento
que sería capaz de
subir al cielo,
a tu casa solar más
alejada y coger
con mis manos líricas
el arrepentimiento de tus alas,
tu gesto de azucena y
metal.
¡Quiero
de ti una mirada, una
sonrisa, un desdén!
Con este dolor que me
punza el recuerdo
no tardará una
lágrima en herir
la sólida presencia
de los objetos
y podrá este suelo
beberme vacío
ahora de todos los
cuerpos,
erguido de las ruinas
a la paz que no encuentro.
¡Quiero en ti el
vestigio de la última huella,
la suciedad odiada de
los vertederos,
la célula herida de
la penúltima plaga
y no el espejismo del
Dios de los hombres
esculpiendo en tus
pechos abiertos
el principio de las
prohibiciones,
poniéndote en las
manos la antorcha
que dispara este
juego y extravía
diez deseos, la
contradicción
de caer de pies sobre
ti humillando
cada verso.
¡Pídeme lo que quieras!
¡Frota
diez veces más la luz
dura que anhelaste!
¡Esta vez no hay
paraísos
que lamentar! He
pagado el alquiler
otro mes y si
lloviera, tanto, de más
que los caminos
sobrevinieran anegados,
dejaré mi mensaje en
esta botella
para que puedas
adivinar mi rumbo
y sepas que es verdad
que hay mar
y volver.
1/10/1996
Badajoz
26 junio, 2023
Llamo, imploro hasta resquebrajarse la aldaba
y desgastar la
paciencia de la madera
y no respondes porque
muerto te entibias
en el caos opaco de
la última justa.
¿Y si en vez de mi
voz fuera
una mujer llena de
abismo,
un hombre de eterna
inocencia,
un recelo, un
recuerdo
el que llama a
deshojarse
silenciosa tu
sonrisa?
Estoy en el camino.
Si fuera preciso
habría de cruzarlo
a pie, a caballo, en
barca, en prosa,
sin dar tregua a la
impaciencia
ni asueto al reventar
de la ira.
¿Y si en vez de mis
pies fueran
unas manos opalinas
las que te acercan y
me aproximan,
las que nos agregan
y unen a nosotros
mismos
y abrazados cayéramos
de rodillas?
25/09/1996
Salamanca
25 junio, 2023
Después de
la agudeza lacerante de este tren aullador
el amanecer es un escalofrío, un
negro vórtice
del que regreso
a
la casa donde nací, a la propia lengua,
siempre oculto en el vientre de
este fiel
sabueso de la naturaleza que
persigue,
olfatea, indaga, acosa, hostiga la
ciudad
desde sus caminos enjaulados.
Recorro sin rencor las ruinas de
estas piedras,
también sin cuidado, y a la sombra
de una higuera
el canto de una calandria, como una
leve
mano posándose en mi pecho, trata
de desgarrarme
las tiránicas imágenes de otros
días.
Subido sobre el muro de la
indiferencia
recolecto higos, no del todo
maduros,
para el vicio de mi madre.
Acabamos de poner flores sobre el
túmulo
de Antonio, de plástico, y froté
sin convicción
el mármol del que no salió ningún
fósil
inquieto y corrosivo.
Soy
yo otra vez,
aquí, escuchando los recuerdos que
otros
guardan de mí. ¡No son los mismos!
Por esta calle inclinada subía mi
yo los días de escuela,
por esta calle se fue en busca del
exilio y el grito,
por esta calle asciende ahora la
escritura de un hombre solo
viendo sobre la negrura del asfalto
vendimiar
un racimo de… alas, quisiera decir,
si aquel canto que se oye es otra
vez de alondra
y fuera verdad que desde su refugio
solar
vigilara mi fuga, como ángel de la
guarda
siguiera mis pasos.
Cruza
el día una nube alada,
espejismo apenas tenue de ritmos
desnudos,
como si descalza pasara por mi lado
y dijese que ya es la hora
de esconder el horizonte. Es ahora
cuando
reparo en que los postigos están
repletos
de un gentío al que reconozco una y
todas
las arrugas, que arriba y abajo
pasean en ameno
coloquio el resto del pueblo y
trato
de llamar la distracción de los
transeúntes
para, en un resto de abyección,
despedirme de todos
y regresar al poema.
25/09/1996
Salamanca