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08 julio, 2023

INVITACIÓN

 

A Milagros González prieto

Tu piel

tiene el color

de aquella manzana.

 

¡Y muerdo!

22.10.96

Badajoz

07 julio, 2023

LA LÓGICA DE SONREIR LENTAMENTE

 

Para Julia F.G.

Mi hija

sonríe

en la playa de sus pensamientos.

Pisa una ola

sin fronteras

sin lógica

casi

sin sal

y se demora

en su sonrisa

ignorante aún

de la inhumana certeza

de los números.

 

Mi hija

se alimenta

de la lentitud

lenta

y crece

sin

impaciencia

y en todas las cosas

que toca

toca

el mundo

y entiende

que hay que sonreír

a todos aquellos

que se refugian

en la objetividad.

 

eres

mi

hija.

No te importe

confesar

que yo

soy

la arena

en la que abres

los brazos al mundo.

22.10.96

Badajoz

06 julio, 2023

 

Partes

siempre a la hora

en que la noche

es más transparente

con un beso

en la yema del índice

como un ángel

imponiendo silencio.

 

Y amanezco

habiendo perdido toda conciencia

de haber existido.

 

Salgo a la calle.

 

Veo.

 

Y ya no reprimo

mi desprecio por el mundo.

 

Oigo

la ciudad

frente a mí,

vuelta hacia mí,

cómo gime

sus grandezas,

sus miserias

y no quiero describir.

 

Palpo

la piel viscosa

de los asfaltos concurridos

y pienso que hasta

podría volver a creer

en las hadas,

en los finales felices.

 

Y entonces la rana rehúye

el beso casi casto

y se pierde entre la

muchedumbre

mucha

gente

todos

encerrados cada cual

en su ruina sintética.

22.10.1996

Badajoz

05 julio, 2023

 

Quiero

cerrar los ojos y soñar

que mañana

amaneceremos

el uno junto al otro

encima

dentro

en el deseo

en el amor

y que no has de rechazarme

como a un furtivo

que hubiera abierto

los misterios de tu piel.

 

¡Que así sea!

16/10/1996

Badajoz

04 julio, 2023

 

No cruzamos la estación

hacia la casa

porque nos ladró una nube sin cielo,

pero es verdad que los trenes

estaban allí

todas las mañanas

cuando yo iba al colegio.

 

Y eran muy grandes

desde sus vientres abiertos

o bajo las ruedas,

yendo y viniendo por montes

metálicos, aterrado si de repente

se echasen a andar

y yo con ellos hacia otras ciudades

también metálicas

que aún no tenían nombre.

 

Era yo un diminuto con una bata

blanca

y una cartera de cuero

que nada tenía que ver con correos

y palomas

porque mi abuelo era ferroviario.

 

Atravesaba la estación

y aprendía

y en una redacción escribí algo así

como la emoción de los ojos

por primera vez

al pronunciar, no sé, padre, familia,

adios, o lo que quería ser de mayor.

 

¡Con toda certeza no dije poeta!

 

Naturalmente me iniciaba en el foro

de las lenguas y disertaba.

No sé

si pasé vergüenza ante una profesora

opaca, unos colegas que ya no recuerdo,

una madre más joven.

 

Tal vez el mundo

se deslizara ya bajo aquella pluma.

Yo he querido apenas traer a la luz

una razón agradable

de por qué a veces cruzo la frontera

y tomo café en mi otra lengua.

16/10/1996

Badajoz

03 julio, 2023

 

¡Anoche soñé que tenía que despedirme!

 

Vinieron mis amigos a visitarme,

cada uno con sus buenos recuerdos,

cargados también de fotos en las que ya falto.

 

Hablamos

del equilibrio eterno de las cosas,

de cómo cambia la fisonomía de la ciudad,

siempre cercana a la carcoma y siempre

queriendo reposar en las vitrinas de algún anticuario;

de viejos currículos repletos

de admiración y horas y envidias,

del dinero, de lo que nos da,

de alguna mujer y

de sus secretos desnudos.

 

Bebieron todos del aguardiente que compré en la víspera,

no sin antes brindar a mi salud

y afirmar que bebían por mí y después

de tibiamente borrachos como los racimos del burdeos

se tendieron por los cuartos durmiendo como embriones.

 

Así sostenido por las columnas feroces

de mis queridos allegados, desdeñaba

el último cáliz amargo y huía de casa

en dirección a ninguna parte

 

para despedirme a solas de Dios y de mis versos.

 

Hubiera querido decirles que cuando

mi cerebro cese tal vez sea el fin

o no, sólo el recomenzar, y este miedo

hubiera podido compartirlo.

Tal vez entendieran y hacia mí

extendieran una mano en la distancia.

 

Iba más allá de donde crecen los naranjos,

frente a mí la noche

tenebrosamente

cayendo.

Me parecía ver un olivo,

y otro.

Pero no.

Eran las mismas palmeras.

Ni tampoco aquella luz era el brillo

de una espada, ni esto que piso

la oreja entrometida de un José

que algún día quise cercenar.

 

Sonreía. Tal vez

por alguna semejanza que creí entrever

y me besaba las palmas intactas

antes de entregarme a tanto amor recordado.

 

De repente el mundo tenía el tamaño

de un tapiz

poblado de vírgenes relucientes

y

en

una

sucesión

vertiginosa

de

velos

y

danzas

una voz divina me dijo no ser Dios,

desierto apenas,

arena y viento

en el telar de otras manos.

 

Agitaba una despedida tímida

y me sentaba a orillas del Guadiana

despreocupado del tiempo que

de repente tenía,

sin rencores que dar a nadie

                        y ensayé

sobre la superficie del agua

una palabra hambrienta,

una palabra de esqueleto a flor de piel,

casi canina, como la vida,

que me va apretando

el cuerpo

hasta doler

la carne

hasta roer

los huesos

hasta perder

el espíritu.

 

Una palabra que por respeto

a ti y al ángel con que sueño

ya no voy a pronunciar.

15/10/1996

Badajoz

02 julio, 2023

 

¡Ya no llamo a nada por su nombre!

Pronuncio apenas palabras flexibles

y maleables, un lenguaje engañoso capaz

de traerme a los labios una procesión de flagelantes.

 

Llueve ligeramente como a menudo

en estos poemas lluviosos y yo grito, ruego, lloro.

Pero estas sílabas tampoco son

la voz del grito, del ruego, del llanto.

 

Beso cualquier recuerdo y la dulzura

de los labios se torna

zarzal, suspiro hiriente.

Abrazo y no hay cuerpo,

camino y no hago sendero,

vuelvo atrás y ya no estoy,

apenas bosques agonizantes

que tampoco nadie sabe qué son.

 

¡Quisiera darte el invierno

insoportable de la muchedumbre

pero no hay nadie cerca, ni una silueta

sin cara!

                        ¡Quisiera poder decir

que he encontrado un mar mudo,

un mundo sin gravedad,

una esperanza que vive de esperanzas,

un esperar desesperado,

una tierra desterrada,

que puedo concebir mi vida sin ti,

pero no sin las abyectas imágenes de la memoria!

 

¡Y he olvidado el alfabeto!

 

Cuando las promesas se profanan

con puñales, con piedras, con pólvora y sangre,

con todo, conmigo tras tu huella,

miro desde esta orilla empequeñecerse

la niebla, a sí misma devorarse la rabia,

y no sé si es tu imagen la que se aleja

o el último barco el que parte.

 

¡Sólo siento ganas de agitar el pañuelo

y de decir adiós con la voz

                        compungida!

9/10/1996

Badajoz