10 agosto, 2023
REFLEXIONES SOBRE LA POESIA Y LA MENTIRA
Mi gato pardo se acurruca sobre el alféizar de la ventana,
frente a los naranjos que no puede ver.
Junta las patas y posa el rabo sobre ellas en un gesto
casi mimo y se deslumbra con el universo
y con todas las apariencias intraducibles.
Mi gato pardo, observado desde la calle,
es un voyeur ponderando el caos
fabuloso de las imágenes. Y la gente pasa
y dice: "¡Mira un gato mira en aquella ventana!"
Y es en ese instante en que la aproximación
posible a la verdad podría hacer de
frase tan estúpida un axioma irrefutable,
cuando el transeúnte se convierte
en una antorcha más para esta hoguera.
Un gato pardo no necesita
tener una historia
para tener una espina dorsal.
Un gato pardo es una coherencia
intrínseca, existe apenas como
gato y poema con los ojos
clavados en la luz o en la nuca
de aquella Monalisa Joven que mi gato
sigue hasta desaparecer tras la esquina.
Detrás de la fachada del cinismo
mi gato pardo tiene la piel rosa
como si carne quisiera, pero en este aspecto
es un gato repulsivo y los niños
y las adolescentes no se pararían
en la calle, o si parasen,
dirían con toda probabilidad:
"¡¿Qué es aquello que hay en aquella ventana!?"
Por eso mi gato pardo, que es un gato
hecho de contaminaciones y frases
atrapadas al vuelo de un viandante distraído,
disfruta del placer moroso de asomarse
a la ventana con su abrigo pardo
y se queda quieto, a caballo
entre la pintura y la fotografía.
Lo más inquietante para los que pasan
es saber que mi gato mira
con su genio singular y visionario
y temen que un día en vez de decir
"miau", reivindique
un nuevo estatuto para los gatos
y acabe lanzando desde su alféizar,
como si un foro, una diatriba
contra esta sociedad teatral y corrupta.
Mi gato pardo bosteza de aburrimiento
pero abre tanto la boca, que es fauces,
y la gente ve la posibilidad de sentir miedo
y alguien se atreve y exclama: "¡Parece
un tigre!" Es entonces cuando yo,
instalado en mi sillón, tiemblo
y pienso en el horror de la vanidad y del orgullo,
porque intuyo prolongarse el tedio
y la boca desmesurada del gato admirado
y creo adivinar como crece
esta voluntaria confusión de códigos.
En esta posición insólita
se derrama sobre la muchedumbre expectante
la esencia que le da sentido, su esencia
de gato que se bastaba a sí misma
sin mayores preocupaciones
y ya no es posible
separar el gato del pardo,
y cada vez se aprecia más lejos
la música secreta que se desprende
de sus ojos invisibles y cada vez
la verdad surge más poliédrica.
11/12/1996
Badajoz
[El tiempo de la
amargura]
09 agosto, 2023
NO HAY NARANJAS DULCES...
No hay naranjas dulces
o la nocturna pureza de los niños
dormidos en mi existencia. De repente
tengo las manos atravesadas por
la espesura de la carne que
como un guiso oloroso
va invadiendo la voluntad de escribir,
todas las grietas, de un límite sin límites.
¡Es una fatalidad que embriaga!
¿Sería un descuido, aquel descruzar
las piernas y regalar en el sexo
atrevido, apenas entrevisto,
una representación fugaz
del paraíso para tentar a las humanas
criaturas? El poeta
va envejeciendo con el paso de los años
y su mano comprende la voz de la belleza
y que toda ella está en la proporción y
en las visiones inocentes de otro tiempo
que a veces la memoria rescata y pondera.
Luego, sobre el armazón de un verso
semiescondido, semirrevelado,
dibuja un cuerpo y dentro un espíritu
que es espíritu del cuerpo y cuerpo de pulpa dulce.
Y cuando descorre una metáfora descorre
un velo o una gasa que desvela
la oculta emanación de unos pechos.
Así empieza el juego sensual de las substancias
y acabará una mujer vendiendo su belleza
o el satinado de su carne al capricho de un poema.
11/12/1996
Badajoz
[El tiempo de la
amargura]
08 agosto, 2023
TAMBIÉN HOY LLUEVE...
(A J. A.
Ramírez Lozano)
También
hoy llueve
y no
estoy triste. Vengo
de
escuchar a José Antonio
su
santoral y sus remedios
contra la
enfermedad del romanticismo.
Después
he pasado presuroso por las calles
vacías,
mojadas, en busca de mi cena
y no he podido
evitar una mueca,
un fugaz
desacuerdo viendo
los
pardales orondos acurrucados
en los
naranjos, hablando del vacío
de sus
corazones, de la fruta
alguna
vez menos ácida o del cuerpo
ausente
de un amor. Los pájaros
no son
infelices en esta ciudad,
solamente
no son felices,
a veces
ni siquiera pájaros
cuando
los luminosos se alían
contra la
noche y la relación
con los
otros es asaltada
de rama
en rama
y
sorprendidos todos por
besos que
queman e iluminan
se dejan
caer en la trampa.
Mis
pájaros no son tristes.
Sobre mis
pájaros no llueve siempre.
Tampoco
quiero hacer de los naranjos
símbolo
de nada: Es natural
que por
la noche los pájaros
se posen
sobre la rama iluminada
de un
árbol urbano y yo escribo
sobre
pájaros y árboles
como
podría evocar cualquier
acto vago
de sensaciones.
Probablemente
alguien
vendrá
después y dirá
que a la
sombra de mis párpados
castaño,
castaño así se dejaba ver
el mundo,
pero el mundo
no son
sólo pájaros y naranjos,
ni las
noches de lluvia
son de
una única y fría
y
absoluta perfección.
Es decir,
acabo concluyendo
que yo no
escribo versos enfermos
y que es
posible mantener
la
lucidez frente a la soledad.
11/12/1996
Badajoz
[El tiempo de la amargura]
07 agosto, 2023
Batí a tu puerta y te dije...
(Para J. Aurelio Luna)
Batí a tu puerta y te dije:
¡Qué pequeña es esta hora, qué diminuto
el segundero que la delimita y confina!
Si deseas ingresar en el mundo
en el que rige la formalidad,
pasa un verso delante de tus ojos
y observa como todo a lo que renuncias
ya no puede ser reconquistado.
Ausente del afecto
desconfías de todos los árboles
y no crees hallar ninguno de tronco honesto.
¡Quizá si alguien te llamara hasta
la desesperación de la voz!
Tus pasos no tienen
el sentido de la vida.
Tu grito es un teléfono desarmado,
un electrodoméstico sin voz
que no va a pronunciar tu nombre
y la ciudad despliega
una indiferencia gris
como una niebla voraz
que ocultara el acto
de existir.
La
incomprensión
es de los hombres, no tuya.
Tú no perteneces siquiera al tiempo
porque lo pierdes y yo sólo transito
entre el orden y el caos
y desde este empleo mercenario
busco un día más fácil
y tibio, aunque no soy capaz
de encontrar títulos redondos
para estos poemas.
9/12/1996
Badajoz
[El tiempo de la
amargura]