¡Sublimes estos vocablos hallados!
¡Tristes estas horas
de amor,
pues en mis palabras
son feas tus manos
y con las vuestras se
me antoja
no ser mía tu
hermosura!
24/02/1986
Salamanca
"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
¡Sublimes estos vocablos hallados!
¡Tristes estas horas
de amor,
pues en mis palabras
son feas tus manos
y con las vuestras se
me antoja
no ser mía tu
hermosura!
24/02/1986
Salamanca
Lentas y
lentas las palabras
discurriendo por la ilusoria
línea de tus páginas,
y en la lentitud lenta
de leerte los labios mudos
tanteo el rumor de tu silencio:
tu naufragas en la oscuridad,
en esta playa de párpados
somnolientos
y yo desespero aferrado a este
cabo,
azotado por una encrespada
vocinglería.
27/02/1986
Salamanca
[El tiempo de la amargura]
Quise
grandeza
cual la fortuna no da,
arcos y palacios
cual la piedra no sustenta;
quise rebelar las aguas
y calmar las muchedumbres
como sólo Dios o el miedo…
y en la estrechez de mi alma
se perfiló el hombre que fui,
grande en la certeza
de no ser el que veis.
…?
Salamanca
[El ángel metálico]
El hombre, las
horas,
la prisa, el
llanto,
las horas, la tierra,
el hombre, el
polvo…
Del resto nada dice
la carne,
el nombre que el
péndulo repele
y hasta las palabras
sumidas en un
geométrico volumen,
olvido
polvoriento
de horas.
18/02/1986
Salamanca
Fiel a la
palabra dada,
probo en la idea escasamente
cumplida,
irguiendo sobre el rostro
el afiebrado tridente
que entre mis manos pusiste,
descargo de nuevo sobre este
carnero
el estético golpe
como una mujer desesperada
que limara de rodillas
el palimpsesto de estas calles
en busca de sus versos.
18/02/1986
Salamanca
Nunca quise recordarte de espaldas
y desde esa lluvia de
rizos y trigales
sólo me quedan tus hombros
en las viudas
pupilas.
Sólo me queda vivir
sola como antes
pero sin el temor
de si esta noche…
Me quedas como si
una Isabel tus ojos,
hija y lejos,
un Antonio tu nombre,
un Marcial pequeño,
débil,
y un Yo - Él esta
noche,
la lluvia, el
recuerdo en mí
y sólo él.
27/11/1985
Salamanca
Cuando
vuelvas a casa
has de besarme las mejillas
y en la fugacidad de los quinqués
olerás a España nocturna y
trasmontana,
al aguardiente tibio
que hiende las aguas,
más allá del Caballito Blanco,
en pos de escamas remisas a la paja
de un primer sueño
entre el temor y la cortesía.
Y ya bajo la colcha
olerás el olor del cuerpo,
el hogar, las viñas, los galgos
y cuatro hijos dormidos contigo.
Cuando vuelvas a casa,
bésame los ojos,
súmeme en la vida,
la otra, aquélla…
de edificios altos
y calles empedradas.
Cuando vuelvas a casa
bésame el corazón,
bésame el tiempo sola,
bésame.
Pero no me despiertes horrorizado,
abrazado a mi
como a un granítico mojón,
reposando sobre mi
como bajo un rezo horizontal,
lejos de mi
como si la tierra te recabase,
como si muerto durmieses.
¡Bésame
cuando vuelvas a casa!
27/11/1985
Salamanca