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28 octubre, 2023

MI PORTUGAL ARDIDO

 MI PORTUGAL ARDIDO

"…sinto cada vez mais urgente a necessidade

de pôr de acordo a minha poesia com a minha

razão e o meu instinto."

Miguel Torga. Diário III.

 

Mi Portugal ardido! ¡El pasado

y el presente, de norte a sur

calcinado! ¡Mi Portugal!

¿Cuándo volverás

a cubrirte de sonrientes primaveras?

 

Mis ojos protestan

contra esta visión,

mi sangre grita en cada arteria,

se me rebelan los poros

contra el caprichoso ventrílocuo

que nos compra y que nos vende,

ajeno a la pureza

de lo que es puro,

indiferente a la patria

y al pan de cada día,

ignorante del alfabeto íntimo

de nuestros gestos.

 

¡Mi Portugal!

 

Ambos florecemos

la misma certeza:

¡el mar no mata

nuestra sed de sierras

majestuosas! ¡El hambre y el cuerpo

desnutrido  no sanan masticando

la sal de la amargura! ¡Y allí

donde la tarde dobla su tallo

y empieza el litoral, no aguardan

naos impacientes y victoriosas!

 

¿Ay, mi Portugal!

 

Peregrinamos caminos sin grandes

horizontes; paramos, indecisos,

sobre los puentes de la vida,

socorriendo a lo lejos la mirada

con fronteras pintadas de cal

o muros de abrigado granizo.

Pero estos ríos son las mismas

turbulentas riberas

abiertas por nuestros pasos,

dulcificadas por nuestras lágrimas.

 

¿Ay, mi Por  tu  gal!

 

¡Me arden todas tus sílabas

cada vez que te deletreo

y en el alfabeto no encuentro

más que una patria y un hombre

varados frente a la soledad!

 

Salamanca

29.07.2004

27 octubre, 2023

La noche...

 La noche,

el primer hueco

de luz al alba;

el eco

de la última

palabra con que

me has nombrado;

el dolor

de la separación

imprevista;

mis ropas…

huelen a ti.

 

Salamanca

28.07.04

26 octubre, 2023

Paradoja del hambre

  

Paradoja del hambre

"Con decir lo que está pasando

a cualquiera se le tendría

que romper el corazón".

Bertolt Brecht

 

Devorado por los días agrestes

tiendes a la naturaleza una mano

llena de angustias que necesitan

alimentarse.

            Y yo apenas te presto

cuerpo y voz, sentimientos y geometrías

difusas derrotados antes de la derrota.

 

Con las puertas y ventanas cedidas

al hambre tu casa ha dejado de ser

exótica.

            Los tambores suenan

sin lamento y a lo lejos, imprecisos,

guardan en la memoria el terremoto

que hizo temblar estas palabras.

 

            Pero

al cabo de los años

de la miseria,

de la ruindad,

¿qué habrá de perdurar

cuando no quede nada

digno de ser recordado?

 

            Fragmentarios

e inasibles recuerdos,

la desnudez,

vacilantes silencios enfermos,

el hambre austera

para turistas

y la dudosa vida

de los pobres

en manos de los magos

de la tierra.

 

¿Qué es entonces África?

¿Qué es el hambre?

¿Qué eres tu?

 

Cuando la piel

se te pegue a los huesos

y se te incline el esqueleto

y terca la muerte se empecine

en convencerte de que es

más fuerte y cruel la naturaleza

que la civilización,

abre tus brazos puros a la verdad:

 

Nadie

nace ni muere igual

y tal vez una palabra dure

más que mil imágenes,

            pero

los poetas escribimos

desde el lugar de Dios,

sin reencarnaciones,

usurpando tu derecho

a expresarte con voz propia.

 

Mi pasaporte no dice nada

de ser un hombre feliz.

En realidad no tengo pasaporte

desde hace muchos años.

Y mi carne

pasajera viaja entre el dilema

de la ciudad a la que he vuelto

y el cuerpo necesitado desoyendo

las voces hirientes

de la conciencia dañada,…

 

            Pero

alimentado

            de ti,

                       de palabras,

                                   de naturaleza,

                       de hambre

como un incendio que va dejando

cicatrices en el alma descarnada.

 

Salamanca

27.07.2004

24 octubre, 2023

El viaje de ti hacia ti

  

"…o meu coração

anda à tua procura".

Miguel Torga: Diário 3.

 

En los altos versos adormecen

mis manos como pardales

sobre un almendro.

¿Qué andaré yo buscando

por los gestos habituales?

¿Qué horizontes me desafían

los ojos desde líricas ventanas?

 

En ti la casa

existe y abriga

y en ella encuentro todo

lo que me alimenta,

lo que me quita la sed,

lo que me da paz

en algunos momentos.

 

Y, sin embargo, hay días

y paisajes en los que lloro

y voy mojando las lágrimas

en el borde de una palabra

asustada y enérgica.

 

Y una mañana, en la fragilidad

de las primeras horas, parto…

 

Y lo primero que veo a lo lejos

es un mar inmenso, verde,

que lo mismo podría ser trigo,

que esperanza, que tus ojos.

 

Perdidos aquellos raros mensajes

en una playa por la que vagan

gaviotas sin alas, encuentro

un marinero pescando imágenes

para alimentar un poema.

Me ofrece dos rosas nuevas

al anochecer, sin otro techo

que las estrellas.

            Yo le digo

que no

tengo barco para pintar

en su proa el  nombre de mi amada,

que en el equipaje me quedan apenas

tu pecho para calentar ciertos fríos.

 

Me cuenta que ha huido del aburrimiento

estructural de la vida de cada día

y que ha decidido ser fiel a la infidelidad,

cantando a una musa juvenil

que derrame sobre su cuerpo

los goces de otros cuerpos vividos.

 

Pasa otra noche con su oleaje

y su imperio de silencios entre ruidos

mientras las palabras ya no ayudan

a soportar el tiempo de la separación.

Y al amanecer de las abluciones

añoro sumergir las manos

dulcemente en la tímida

frescura de tus ojos.

 

Pasó también la edad de Troya

y sus caballos. Ante sus murallas

asistí, después de los estragos

que dejó aquel otro agridulce

amor, al futuro y a las veleidades

del tiempo y la piedra.

            Y al alba

para poder enamorarme mejor,

te imaginé todas las tardes

tejiendo pan y alegrías

para ahuyentar amores frágiles

y escurridizos.

 

Pero aún estaba lejos, obligado

a sendas por las que transitar en solitario.

 

Un abril sosegado

vino hasta mi equipaje un terror

que intentó devorarnos la fantasía.

Se instaló entre los linos y últimas

sedas y allí gritaba sin tregua

un adiós pronunciado por otro

que parte.

            En su inquieta compañía

sufrí el verano y los ocres del otoño

rumbo al invernal este.

 

            Allí

las noche ya no eran mil

y Sahrazad, con otras armas

y la misma fe, era aplastada

a fuego y sangre

por la perfidia del ventrílocuo.

 

¡Han pasado cuarenta y tres años!

¡Es hora de hacer recuento

de la vida, de los cuadros

que nos han conmovido, de reconocer

en lo fragmentario el todo

que nos induzca a ser optimistas!

 

Soy

el hombre que oyó

el canto imposible, soy

Orfeo envidiado por la muy blanca

sirena de los delirios felices, soy

el náufrago que rechazó

las playas abundantes de Esqueria, soy

yo ininterrumpido viajero

atado al mástil de tu corazón.

 

Salamanca

24.07.2004