A Milagros Y Paloma
González prieto
¡Oh, mimadas cenicientas,
plúmbeas huéspedes de cristal:
el mimbre de mi voz
socorre esta
medianoche
los dormidos avatares
de la música
como diez Lázaros
sonoros
y descalzos en el
convexo ramaje
de vuestra pupila
nublada.
Tras estos peldaños,
tras el despeñar
agrio,
no hay salteadores de
abrazos,
no hay bancos de
pedregales
ni arenisca de ingle
rastrera.
Sólo diez fuentes sin
oleaje,
diez fuentes de
piedra tibia
donde acodar los
surcos
quejumbrosos y
soñadores.
No hay tiempos
paralelos
con los que engañar
la mirada oblicua,
no hay fáciles
paladares de la piel
y golpeándoos espalda
con espalda
os reflejáis en los
mismos ojos
de ese noble y azul
crespón
que aún os liga al
eterno cuento
de páginas ovaladas.
14/02/1985
Salamanca