A veces no
miro atrás
por desgana,
porque el umbral desde el que
reluces
es un andén continuo.
Yo me quedo,
guardando los sueños,
vagabundo en estas piedras
con la pesadilla de la desidia
enmarcada en tu retrato.
Mañana seré un fetiche verde
y tengo la imperiosa necesidad,
la frustrada certeza
de que la bayoneta del tiempo
acecha en el rencor.
12/08/1984
Salamanca
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