Estos versos largos que se escapan de la página,
tránsfugas lumínicos
golpeando el bisel oscuro de la boca,
deslizándose sílaba a
sílaba, letra a letra
por el erizado ramaje
paralelo que te sustenta
hasta desarraigar los
ocho labios de tu paso
para llegar aún a
tiempo… ¿A dónde?
¡El hombre!
Un espejo
con pechos
mil veces carenados,
desterrado del sol,
desengañado del
umbral de la Biblia
y hoy del hombre.
¡Ay del lenguaje de
dioses,
del aéreo vocablo
y de los jeroglíficos
sublimes!
Aprieta aún más el
pie
sobre la boca;
embarra las
cuerdas
que no hieren ni
perdonan.
Estos versos largos,
largos, nunca fueron míos.
14/02/1985
Salamanca
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