Me susurró la noche
el cansancio de la palabra
y se me llenaron las manos
de vejez y distancia
para amarte como hombre.
Y ahora me duele el vértigo
y me lloran las suelas
de habitar periferias
y edificar la muerte
detrás de los juramentos.
Hacia esa ruptura de la carne
me entró el odio soñador
y entre un libro y una espada
se me perdió la risa
para encontrarte seis años más tarde
y saber que también por ti
pasó el tiempo arañando
con zapatos de soledad.
24/01/1983
Salamanca
[La palabra en vano]
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