Todo está hecho.
Esperándome
en la carrera de los relojes
mientras
el llanto de las siringas
te
fatiga el tacto
y
el filo de mi raza
te
descubre bajo el vientre
el
acíbar remoto
de
virgen dolorida.
Mañana
se inclinarán las riberas
para
acunar el temblor de tu piel
mientras
transcurre el tiempo
y
te crecen bajo los párpados
raíces
de mi sendero.
Paso
a paso la lluvia
nos
enfrenta a los vientos
desnudándonos
la piel reñida
de
aristas hirientes
y
espinos metálicos
hasta
que el soplo de la distancia
se
desmiente en tus manos
y
los enjambres del olvido
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