Me sangra este plural
de
ínfimos fugaces
como
un surtidor de burbujas
en
manos de la noche
y
maldigo su estribillo
hasta
llenar de ausentes
los
resquicios de mi patria.
Y
ahora un llanto subterráneo
me
sorprende la voz
y
sólo puedo navegar tu nombre
cuando
renuncio a la brisa
o
el tiempo se oculta
de
la mano del sol
tras
la bruma del Mondego.
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