Repito que los centímetros
no pueden medir las ambiciones
que me pueblan las manos,
pero cada uno de ellos
tiene algo de mi pasado.
Un día me creció la voz
para olvidarse de aquel niño
que hubiera podido hacerte feliz
y desde entonces maldigo
esta palabra adulta
aunque la dejo hacer
crecer de nuevo
y liberar el otro
que llevo dentro
que pretende besarte las manos
con sus labios de barro
que acecha detrás de mi piel
y rompe los silencios
cuando sólo mis ojos
debieran hablarte.
No me sirve el esfuerzo
no me basta querer
he de matarlo y morir un poco
antes que herir tu nombre
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