Ya no hay tiempo
para descorrer velos
ni vanas palabras,
ni otros retratos.
¡Adiós
definitivamente,
hombre de piedra!
Por aquí desposo el
amanecer
y por estas calles
desvivo los nombres
que sólo oí
pronunciar.
"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
Ya no hay tiempo
para descorrer velos
ni vanas palabras,
ni otros retratos.
¡Adiós
definitivamente,
hombre de piedra!
Por aquí desposo el
amanecer
y por estas calles
desvivo los nombres
que sólo oí
pronunciar.
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