Para esas tardes de silencio
creé un quimérico
niño
de voz sorprendida
y a su utópica melena
sonora
confié los huesos y
las promesas,
y para que cada día
lo amamantes
prohibí al tiempo su
casa
y a la muerte mi
perdón.
"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
Para esas tardes de silencio
creé un quimérico
niño
de voz sorprendida
y a su utópica melena
sonora
confié los huesos y
las promesas,
y para que cada día
lo amamantes
prohibí al tiempo su
casa
y a la muerte mi
perdón.
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