Imagina que aún es Junio de aquel año
y que mientras me abres la puerta de tu casa
con aquellos calcetines blancos nuestro amor
no es más que un poema germinando al atardecer.
Supón que aún no amo la hermosura
efímera de tus arrugas y que hasta tu vello
es alimento para cualquier avidez,
que paseamos por una plaza de desvalidas verbenas
gozando el prohibido contacto de nuestras manos
entrelazadas y que nada nos importa el sordo ruido
de los cuerpos al cruzarse con nuestro amor
en los paseos dominicales.
¡Imagina!
¡Todos los meses que vengan
después serán pequeños!
No hay comentarios:
Publicar un comentario