Agregado a vuestro dolor
soy la embajada del suicidio.
Si Vivaldi se durmiera
no temáis que os defraude.
Mi horror seguiría despierto.
Esa flor tentadora
ha echado raíces
debajo de mi piel
y sombreado mis tardes
de racimos distantes.
Esa puerta serena
es mi primera caricia.
Entregadas sus llaves
a mi piel giro la frente:
no hay umbrales para mi sueño
y tú eres de todos
muerte
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