No me asusta
el ladrido de la sangre,
ni dejar tanto por hacer
o hacer llorar humo
a los martillos
que golpean el cotidiano.
Me asusta la soledad
de las muchedumbres,
me asustas tú,
pensar que no vayas a esperarme.
"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
No me asusta
el ladrido de la sangre,
ni dejar tanto por hacer
o hacer llorar humo
a los martillos
que golpean el cotidiano.
Me asusta la soledad
de las muchedumbres,
me asustas tú,
pensar que no vayas a esperarme.
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