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demoradamente
un gesto
imposible
y nupcial
más allá de mi
mano
y de tu seno
estremecido.
Tu inclinas
el rostro con
la cautela
de quien
escucha
el irrefrenable
momento
de un hombre y
una mujer
únicos y vivos
en todas
sus formas
mientras
se te va
transformando la piel
en escalofrío o
murmullo floral
esperando que
se desaten
todas las
fuerzas opuestas
que nos atraen.
Y cuando
nuestras bocas
están a punto
de confundirse
como dos
puertas hambrientas
invoco aquel
mismo gesto
sosegado y
susurro
apenas en tus
labios
un te quiero
goloso.
¡Y ya todo es
posible!
12.12.2017
Salamanca
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