He viajado a la humedad del aire
y repartido los labios
entre el latido de las
sombras,
diluviado una nafra de
angustia
en todas las soledades
y huido las voces
errantes
que el ojo despreciable
sembró dentro de mí.
De aquel animal herido
me quedan restos en tu
dolor.
Sólo acudo a la tristeza
cuando te despido
temprano
y el tiempo que me abruma
es demasiado lluvioso
para escribirte un hogar.
1/05/1983
Salamanca
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