Me gustaría estar
en una playa
con el rostro
mojado,
con las manos y
las rodillas
sorbiendo los
alfilerescos embates
de un mar fresco,
suave
y mentiroso.
Y saludar
acezante a
alcatraces negros
y de todos los
colores
y a las aguas que
retornan
a casa como si un
faro
o una torre.
Soy
lo que queda del
oasis
pero nunca el
sudor
de la frente
es bastante para
lavar el peso de
los hombros.
Salamanca
15/01/2018
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