Balsámicos
los días
transcurren
entre personajes
lujuriosos
e irresistibles y recatadas
estrellas
que llevan de la mano
albaricoques
apenas mordisqueados
o
lechosas lunas a medio vestir
en un
firmamento anunciado.
Todo es
un tango transparente
sin
remordimientos, cada
nota en
su estilo, donde debe
estar,
a punto de desvelar
este
nuevo trance tras
el
telón de los susurros.
Yo
extasiado, tu desnuda
en una
habitación anónima
ardiendo
bajo la piel de mis palmas
descubriendo
la eternidad efímera,
el
público expectante esperando
la
primera exclamación mientras
apuestan
sobre las nubes improbables
que se
reparten por el escenario.
Entonces
digo tu nombre, lo arrastro
hasta confundir
la última sílaba
con el
labio inferior, lo declamo
como la
hoja lenta que cae del liquidámbar
en
otoño y la obra empieza, a oscuras,
sin
toses que nos distraigan
a ambos
lados del telón
18/02/2016
Salamanca
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