Conozco tu
cuerpo detalladamente
desde los
pies heridos por un sin fin
de pasos
continuos, repetidamente doloridos,
a las
manos abarrotadas de relojes y días
repletos
no sólo de esas horas de amantes
extasiados,
sino de todas las sobremesas
y de todos
los rincones por los que hemos
fornicado
sin más adoración que la necesidad,
el impulso
irresistible, más veloz que el deseo,
de desfallecer
el uno en el otro y ambos
en la
lujuria.
Conozco tus
huellas y cada
una de sus
mudanzas cuando llega la primavera,
cada
vestigio que sigo y persigo por estas calles
salmantinas
o por las capitales de Europa o por
los bailes
apenas sugeridos.
Conozco
tus abrazos
a prueba
de derrotas y fugas desordenadas,
la
porfiada dulzura de tus pezones y la feroz
inocencia
de tu sexo.
Conozco incluso
el olvido
para de nuevo reconocerte y gozar
el
instante en que emerges desnuda y pudorosa
despojada
también de todos los proyectos
y promesas
que te hice.
17/02/2016
Salamanca
No hay comentarios:
Publicar un comentario