Sostenerte en las
palmas
de la mano antes de caer
sin heroicidades,
sólo descenso
firme.
Después una sonrisa
tímida
y la aceptación de la derrota,
sin miedo, porque el mundo
no acaba ahora y podrás
pensarte nuevamente
incluso con verdades.
Crees tener el deber
de luchar, de oponerte,
combatir lo viejo
y lo nuevo, pero
¿y si te arrodillaras
y penetrados los ojos
de sufrimiento cedieras
a la tentación de rendir
banderas y estandartes?
¡Allá tú!
Lamenta cuanto quieras
los días pasados,
siéntete excluido, teme
semanas y meses futuros
el dolor de los hombres
la propia carne incluso.
¡Yo voy a emborracharme!
¡O no! ¡Tal vez
sólo me esfuerce por vivir!
29/11/2018
Salamanca
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