Crujan las hojas doradas de otoño
bajo tus pies feos y
encallecidos
sin despertar tu corazón
inquieto
esta naturaleza adormecida.
Partan demoradamente mis manos
a la deriva por los adjetivos
de tus caderas y exalte tus ojos
mi cántico convertido en puñal
para este septiembre amargo y
humano.
Extenuados así de otra batalla
amorosa
dormiré apaciblemente extraviado
en los oasis verdes de tu piel
y acordarás tu errante y
renovada
entre las brumas de nuevos
tapices
mientras yo vuelvo a casa
desoyendo el cántico de las
sirenas.
Salamanca
01/05/2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario