Estas son
las horas
que vencen sobre mí
y aquellas que hicieron de la noche
el espasmo de la blasfemia
son mi mano detenida
sobre la duda de tu corazón.
"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
Estas son
las horas
que vencen sobre mí
y aquellas que hicieron de la noche
el espasmo de la blasfemia
son mi mano detenida
sobre la duda de tu corazón.
Hollar el paso de otras manos
en vano sabiendo
que el recuerdo
resucita
el tacto y la no
palabra,
¿no fue regalarme
y darte un motivo
para odiar la
soledad?
Vengo de nacer
en los altos cerros
con la sangre envenenada,
asistido por la noche
y en mi patria acuchillado.
Vengo de nacer
maduro de hierro vegetal
y retamas metálicas
persiguiendo Dafnes futuras
y navegando deltas hirsutos
sobre un reloj de versos.
Vengo del lejano
eco de los abecedarios
voz de imperfecto pasivo
y voy a tu antigua raza
a copular con el tacto
de los soñadores eternos
a ser padre de humanos
antes que hijo de dioses
o hermano de odio y rencor.