Cuando acudes
con el pelo mojado
después del rostro
puro ofrecido a las aguas
peino tu imagen
y bebo el olor apacible
húmedo casi
animal
de un jardín excesivo
que lenta-
men-
te
paseo.
Al final de la avenida
caes de bruces y de
repente el mar es
una ola violenta de abejas
espumosas tal vez leche
sorprendida o laberinto
donde pierdo
los ojos
y las manos
len-
ta-
men-
te.
"La facilidad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante". MURIEL BARBERY: La elegancia del erizo. Seix Barral, p. 117.
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31 julio, 2008
Al final de la avenida
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